Cruz Azul perdió en casa frente al América. Sumó 15 partidos sin vencer a las águilas en la liga mexicana y consagró a Salvador Cabañas como el tutor oficial de la paternidad.
Por: Andrés Achury G.
Un servidor pensó en la resurrección de Cruz Azul el pasado sábado. Creí posible un clásico parejo, y hasta ese punto pude no haberme equivocado tanto. Pensé que la presencia de dos equipos en el mismo nivel esta vez podría favorecer a los cementeros, que ya no traían el rótulo de favoritos frente a las versiones más paupérrimas del América. Equivoqué mis palabras, como muchos en la masa de aficionados al fútbol en este país, y fui acribillado por ese defecto, tan visceral, que es el optimismo.
La afición cementera, que delirante y esperanzada llenó el Estadio Azul, pecó de optimista porque el fútbol es pasión y porque solamente eso se requiere para darle la confianza a once hombres y llenar de alegría el corazón. Ellos, los gladiadores, se amedrentaron desde el inicio, con una actitud que nadie puede trasladar a otro concepto que no sea el miedo.
Fallaron al optimismo general, porque la desinteligencia y el temor inicial fueron suficientes para regalar un penal y algunos minutos de juego. Al reaccionar, el coraje de algunos volvió a ser inútil, porque cuando América aceleró, destrozó la pálida defensa de la máquina, donde hasta un gran portero se equivocó. Caso cerrado y una jetatura confirmada.
Es un duro, durísimo golpe, que cala en el orgullo más que calar en el sistema de puntos o la tabla de posiciones. Cruz Azul vuelve a perder ante un América de contrastes, que regala minutos en el campo y de momentos pierde el rumbo, pero que cuando se dedica a ir al frente muestra una propuesta arrasadora, que encarna su virtud en los grandes nombres. El resultado: la máquina contribuye al mejor inicio americanista desde el Clausura 2007, es cliente frecuente, falla a la expectativa y hasta es el hazmereír de los emplumados.
Tropezar quince veces en un intento hace pensar en falta de inteligencia, o una seria ausencia de habilidad, en cualquier ámbito de la vida. No lograr vencer en quince intentos...saque usted su conclusión, la mía, es maquilada por la bestia de la desinteligencia.
lunes, 24 de agosto de 2009
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