lunes, 24 de agosto de 2009

Cero y van quince

Foto: Mediotiempo

Cruz Azul perdió en casa frente al América. Sumó 15 partidos sin vencer a las águilas en la liga mexicana y consagró a Salvador Cabañas como el tutor oficial de la paternidad.
Por: Andrés Achury G.

Un servidor pensó en la resurrección de Cruz Azul el pasado sábado. Creí posible un clásico parejo, y hasta ese punto pude no haberme equivocado tanto. Pensé que la presencia de dos equipos en el mismo nivel esta vez podría favorecer a los cementeros, que ya no traían el rótulo de favoritos frente a las versiones más paupérrimas del América. Equivoqué mis palabras, como muchos en la masa de aficionados al fútbol en este país, y fui acribillado por ese defecto, tan visceral, que es el optimismo.

La afición cementera, que delirante y esperanzada llenó el Estadio Azul, pecó de optimista porque el fútbol es pasión y porque solamente eso se requiere para darle la confianza a once hombres y llenar de alegría el corazón. Ellos, los gladiadores, se amedrentaron desde el inicio, con una actitud que nadie puede trasladar a otro concepto que no sea el miedo.

Fallaron al optimismo general, porque la desinteligencia y el temor inicial fueron suficientes para regalar un penal y algunos minutos de juego. Al reaccionar, el coraje de algunos volvió a ser inútil, porque cuando América aceleró, destrozó la pálida defensa de la máquina, donde hasta un gran portero se equivocó. Caso cerrado y una jetatura confirmada.

Es un duro, durísimo golpe, que cala en el orgullo más que calar en el sistema de puntos o la tabla de posiciones. Cruz Azul vuelve a perder ante un América de contrastes, que regala minutos en el campo y de momentos pierde el rumbo, pero que cuando se dedica a ir al frente muestra una propuesta arrasadora, que encarna su virtud en los grandes nombres. El resultado: la máquina contribuye al mejor inicio americanista desde el Clausura 2007, es cliente frecuente, falla a la expectativa y hasta es el hazmereír de los emplumados.

Tropezar quince veces en un intento hace pensar en falta de inteligencia, o una seria ausencia de habilidad, en cualquier ámbito de la vida. No lograr vencer en quince intentos...saque usted su conclusión, la mía, es maquilada por la bestia de la desinteligencia.

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