viernes, 24 de julio de 2009

Llegar sufriendo


México está una vez más en la final de la Copa Oro. Ochoa volvió a ponerse el traje de héroe y le dio a la selección una clasificación por demás inmerecida ante un rival que ridiculizó el planteamiento defensivo mexicano. Pero esto es fútbol, no un juego de merecimientos: el Tri es finalista.
Por: Andrés Achury G.

En la definición por penales apareció la figura de Guillermo Ochoa para atajar el tercero de la serie y cerrar un juego que evidenció las falencias defensivas del equipo mexicano. El calvario, que soportó la suerte de Ochoa, la falta definición de los ticos y la oportuna salvación de los postes; se terminó en el quinto cobro que Vela transformó en la clasificación.

México inició el juego completamente desdibujado, por lo que Costa Rica se adueñó del balón desde el silbatazo inicial. Una opción que salvó Juárez en la línea de gol apenas a los 40 segundos fue el presagio del dominio tico de los primeros 30 minutos: balón al poste y México corría detrás de la pelota en un vano intento por sofocar la presión, atados a su propia mitad del terreno.

Era momento para los jugadores diferentes y Dos Santos evidenció haber recuperado un poco de esa confianza que lo llevó a perfilarse hace unos años como la nueva figura mexicana. Encaró, regateó, como único en su especie. Medina trató de aportar y Sabah de pivotear: el ataque mexicano compensaba, al menos en una pequeña parte, la desaliñada defensa que terminó reventando balones a cualquier parte en los primeros 45 minutos.

La segunda parte no cambió el panorama: Costa Rica había sabido plantear un sistema que presionaba a los jugadores mexicanos en tres cuartos de cancha obligándolos a reventar balones o jugar largo con los volantes externos. La incomodidad mexicana sólo atenuó cuando a los ticos se les acabó el aire: en 65 minutos habían ido al frente sin conseguir diferencia en el marcador.

Fue entonces cuando Fernández metió la mano en el área de forma infantil y le dio a México la oportunidad de resarcirse de los errores y hacer como si nada hubiera pasado. Sabah cobró y atajó Navas, ¿muestra de justicia deportiva? Tal vez no, porque a tres minutos del final del partido México encontró un gran pase de Gio a la espalda de la defensa tica y un remate de Franco que entró a regañadientes para decretar el 1-0.

Pero la defensa mexicana volvió a dar ventajas y el error de Valenzuela no pudo llegar en peor momento. El hombre del América midió mal el bote del balón, lo sobró, y a 30 segundos de finalizar el juego Costa Rica empataba. Premio injusto y el respectivo castigo a la repetición de errores, todo en un mismo juego.

En el extratiempo Costa Rica lucía cansado, lo que aprovechó México con la explosividad de un inacabable Gio y la movilidad de Vela. El Tri por primera vez fue superior en un lapso del juego pero ya era tarde, Costa Rica lo había llevado, arrastrando las piernas, a los penales.

Ejecuciones con más potencia que colocación dictaron a México ganador: Costa Rica falló por conducto de su salvador Ledezma y cayó una vez más ante los mexicanos. El Tri dio otro manual de cómo llegar sufriendo a una instancia final, porque le robaron el balón y fue incapaz de evacuar el peligro y presionar al contrario. Por suerte sus jóvenes delanteros pasan un buen momento: Gio y compañía llevan a México a la final y esperan a su acérrimo rival, Estados Unidos, el domingo en Nueva York.

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